Buenos padres.Ni severos ni permisivos.

Cada familia es un complejo mundo, uno con reglas y organización propia. Aunque este pequeño mundo puede ser un paraíso, un caos o en el más común de los casos: una mezcla de ambos.
¿ Pero de que forma cada familia concilia sus reglas?¿ O de que manera éstas van incorporándose ?¿Qué sucede con los" infractores"?
Normalmente son los padres o adultos responsables quienes toman las decisiones, entre ellas el prohibir o el permitir ciertas actitudes, así como los premios y castigos que éstas merecen.
De la severa educación de antaño sólo quedan las anécdotas de los abuelos, quienes afirmaban recibir castigos en la escuela y en el hogar, y no obstante recuerdan con respeto a sus educadores.

Pero con la llegada de los derechos del niño y los avances de la psicología, este tipo de educación fue desvaneciéndose hasta desaparecer. Porsupuesto que este ha sido un avance notable en la sociedad, pero ahora el control parece escaparse de las manos adultas.

¿Nos volvimos demasiado permisivos, más aún que nuestros padres, quienes revirtieron el autoritarismo de nuestros abuelos ?
La clave es encontrar un equilibrio : Ni severos, ni permisivos. Los padres de la familia de hoy debemos luchar nuestra propia batalla.

 Los niños ahora saben las reglas, son audaces, tienen un amplio vocabulario porque se mueven en el mundo adulto, son capaces de defenderse con fundamentos, cuestionan las reglas, comparan sus acciones con las de otros, y tienen una excelente técnica para solicitar algo: ganan por cansancio.

¿Pero hasta donde permitir y cuando poner límites?

Los padres deben saber que en esta cuestión los consejos y las experiencias ajenas resultan poco útiles. Una buena reacción ante una falta es mantener la calma, esto no implica una postura permisiva sino por el contrario, representa la capacidad de controlar las emociones de una forma adulta. Manifestar autoritarismo o severidad está relacionado justamente con la impotencia, y actuar impulsivamente, sin escuchar ni comprender sólo empeora las cosas.
La presión ejercida con severidad sobre un hijo empuja hacia afuera al mismo, una actitud permisiva justifica lo injustificable y promueve el libertinaje, mientras que una postura  abierta y paciente ( pero firme y decidida) expresa amor e interés .

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