¡Empiezan las clases!

Las vacaciones están llegando a su etapa final, atrás van quedando los felices (o no tanto) días en que la flexibilidad, la pereza, la despreocupación y hasta la anarquía reinaban en las familias.Las clases ya tienen fecha de inicio y la cercanía pronostica grandes cambios de hábitos.
¡Y realmente cuesta adaptarse a este tipo de cambios! Mientras los más chiquitos lloran ante este doloroso y necesario proceso, los adultos también renegamos un poco ante el comienzo de clases...
Un poco porque dentro del cambio de rutina crecen las responsabilidades, aumentan los gastos relacionados
con la escuela (no hace falta especificar) y es necesario hacer varios ajustes.
La ansiedad está presente inevitablemente en la familia, ya sea en forma positiva , con alegría y entusiasmo,  de manera negativa; con miedo y preocupación. O lo más común :Con una combinación de ambas.
Sabemos que todo nuevo proceso genera sensaciones contrapuestas, nervios, un poco de desorientación, luego se produce una etapa de prueba, reconocimiento, reencuentro. Y por último la adaptación, una sensación de pertenencia, de acomodo.
Por ello es normal que esta etapa resulte agotadora, porque tanto niños , adolescentes , padres y docentes deben realizar una serie de actividades de preparación, que implica desde lo material hasta un proceso mental necesario para volver a clases.

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