Esclavos del celular.

Recuerdo como hace quince años el celular era algo impensado, una comunicación telefónica era posible sólo encontrando una cabina en funcionamiento y contando con fichas o monedas. Hablar de transmitir un pensamiento en cualquier momento y a distancia era la ilusión de la telepatía. Pero éramos mucho más libres, la excusa de no había un teléfono cerca era suficiente para justificar una tardanza sin aviso.
Luego, hace aproximadamente siete años, aparecieron en nuestra vida estos pequeños ( al principio no tanto) aparatos, hijos de la telefonía móvil, y vinieron para meterse en carteras y bolsillos de una forma definitiva.
Al principio pocos los entendían, había que leer el manual correspondiente y comprender cada utilidad. Pero en unos años pasaron a ser parte de la cultura popular, e incluso del conocimiento colectivo. Hoy hasta un niño de tres años reconoce un celular y algunas de sus funciones.
Progresivamente  más modernos, pequeños, con accesorios y funciones: cámara de foto, wifi, bluetooht, mp3,etc etc, eficaces para comunicarse a bajo costo en cualquier lugar, útiles en una emergencia, y accesibles a casi todo el mundo.
Pero este pequeño compañero puede convertir en esclavo a su propio dueño. Porque existen personas que pasan las venticuatro horas unidas a su celular, parecen esperar constantemente los sonidos y depender de la comunicación con el exterior, si están en el hogar envían mensajes a amigos, conocidos , personas de su ambiente laboral, y cuando están en su trabajo, su atención se desvía a la familia.
 Esclavos del celular. Uno puede observarlos en la calle caminar sin saludarse, apurados, con la cabeza baja y los ojos fijos en el celular, mientras los dedos viajan a una gran velocidad hasta ver el mensaje enviado o recibido.
Está a la vista que los avances de la tecnología nos benefician y logran que desarrollemos  capacidades que desconocíamos, mientras perdemos otras cualidades, innatas y mucho más propias de nuestra especie.
A veces se me ocurre que si una empresa ofreciera colocar un chip similar al del celular en nuestro cerebro ( ciencia ficción futurista ) demasiadas personas lo aceptarían ( sobretodo si la comunicación fuera gratis ).De esta manera terminaríamos siendo todos los humanos unos completos esclavos semejantes a robots.

Por eso no olvidemos que el celular está a nuestra disposición y no al revés, que es productivo descansar los dedos y articular la mandíbula, conversar con las personas que están en la misma habitación, con nuestra familia, utilizando palabras con sonido y entonacíón, y acompañadas de un rostro expresivo que enriquece el mensaje y le dá la característica de real.

Celular

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